Te conocí en una de esas fiestas de cumpleaños de mi primer ex en las que siempre me enamoraba de alguien, y en tu caso aunque ibas con novio (y yo también) sentí el flechazo cuando te vi abrir una cerveza con los dientes. Luego cuando estabas soltero me buscaste y te conté que iba semanalmente a CU a ayudar a traducir unos libros de kanji y una vez nos vimos antes y platicamos un ratote y para mi sorpresa cuando salí resulta que me habías esperado a que terminara para seguir platicando, y yo dije cuánto interés y dejé que el escenario de los pastos de la universidad que entonan perfecto para avivar esos romances juveniles dados por accidente nos hicieran víctimas de ellos.
Siempre había dicho que era infeliz con mis novios porque o no eran listos o no eran fieles o no eran autocríticos. Tú eras más que todo eso: culto, ingenioso, honesto, afectivamente responsable, gracioso y profundamente analítico. Supongo que porque tenía que ver con tu carrera. Inevitablemente quedé fascinado contigo, como cuando uno ya se da por vencido de todo y llega alguien a romperte paradigmas.
Un día de los muchos que terminé con mi novio por un tiempo me invitaste a tu casa y ya a obscuras -y después de haber decidido que pasaría la noche ahí- me dijiste que no cogeríamos hasta que fuéramos pareja, y yo me apresuré al trámite en esos segundos para cumplir con el requisito, y no es que no me agradara la idea. Esa noche descubrí que me gustabas por más cosas de las que creía.
Las pláticas que teníamos a obscuras antes de dormir me marcaron para siempre. Creo que todavía sigo buscando a personas que lleguen a abrir tanto su corazón como tú, tan claramente, como si pudieras entender lo suficiente el mundo como para decir que no sabíamos nada y todo el mundo estaba confundido, pero siempre podíamos encontrarle un sentido a las cosas. Ver Futurama contigo era verla con ojos totalmente nuevos, ya hasta la música que me compartías me sonaba diferente.
Contigo descubrí que la infelicidad en mis relaciones no venía de mis parejas, sino de mí, y tú mismo eras la prueba de ello, al prácticamente cumplir mis expectativas y superarlas y aun así yo siendo profundamente miserable. Era triste no saber bien si te quería, si te admiraba, si te envidiaba o simplemente te tenía ahí para no sentirme solo. Un día que noté lo injusto que era todo esto para ti, te dije que termináramos porque vivíamos lejos -cosa que aunque era cierta era una excusa- y dijiste que estaba bien y ya solo nos vimos para una cogida de despedida en la que al final lloré.
Tu ex inventó luego que anduve contigo mientras andaba con otro y me bloqueaste de tu vida, cosa que aún lamento, aunque sé que te va muy bien y andas triunfando porque eres una persona increíble y cuando te dije que si te ponías a escribir en internet te iba a ir genial y así fue, y cuando me llegas a dar un fav sin saber que soy yo te extraño un poco menos.