Neobabel

O cuando la cruda nos alcance

  • #DomingoDeAnécdotas (7)

    Me llamaste para preguntarme si podía quedarme esa noche contigo y me llevaste a tu cuartito de azotea con colchón en el suelo y techo de asbesto del que estabas muy orgulloso porque eras independiente y yo te envidiaba porque estabas a segundos de la facultad y hasta nos habíamos empedado ahí alguna vez, aunque no tanto como la primera vez que fajamos, cuando era nuestro primer año en la carrera y estábamos muy desorientados respecto a todo, y yo ya me había ido a dormir y estábamos creo que otros dos bultos más en el colchón y te metiste a mi lado y yo sin saberlo te estaba estrenando en esto, y por lo mismo estabas muy emocionado. El lunes siguiente me dijiste que no te habías bañado desde ese día.

    Era raro empezar a tener sentimientos que no entendíamos, como cuando un compañero pasó su brazo por mis hombros un día y luego me cayó un balonazo en la cabeza y dijiste que qué bueno, o como cuando te robaste un chocolate del puesto de dulces de enfrente, lo mordiste y me diste la otra mitad, o como cuando sentados en el metro nos rozábamos los dedos detrás de una mochila para que nuestros amigos no nos vieran, o como cuando empeñé y perdí una guitarra que nunca aprendí a tocar para regalarte de cumpleaños un libro que no leí y me prestaste para que leyera. Lo mejor era cuando había peda o teníamos que hacer un trabajo y sabíamos que haríamos algo de rápido, como esa vez en mi casa donde te viniste a los dos sentones. Un día que sí nos quedamos en un hotel -cuando amanecimos- me preguntaste qué éramos, y yo me hice bien pendejo, o bueno más bien ya lo estaba. No sabía que ibas a perder el interés en mí muy pronto y yo te iba a llorar mucho y no te iba a superar hasta que me alejé (porque cambié de universidad -y de carrera-).

    Nos seguimos viendo durante años cuando me llamabas de la nada y hasta te presenté a mis novios con los que eventualmente -incluso simultáneamente- te compartí o me compartieron, no sé (y no los culpo, por tu verg0ta de burro) porque aunque ahora ya tenemos muchísima -muchísima- más experiencia me sigo sintiendo igual de perdido con todo, y todavía te pregunto cómo le haces para no tener celos en tu relación abierta de años con ese chavo tan hermoso y tan listo y me regañas, y pienso que ojalá así fueran todas mis relaciones con los hombres, como contigo, donde al final aunque sufrí mucho por ti nos seguimos hablando y hasta cogiendo pero ya solo siento cariño aunque es raro pensar que formalmente nunca fuimos nada.

    Esa madrugada que fui a tu cuarto quisiste ser tierno y me dijiste que yo siempre iba a ser especial por haber sido el primero y -como si todas las obscuridades fueran las mismas y estuviéramos continuando aquella otra donde te fuiste a acostar a mi lado- yo seguía entrando y saliendo de ti sin decir nada, como ese otro día cuando me preguntaste qué éramos, hasta que te abracé muy fuerte y nos quedamos dormidos. Al amanecer me vestí, y tú sin salir de la cama te despediste y para mi sorpresa cuando ya estaba saliendo me dijiste felicidades. Pensé que no sabías. Pensé que me habías dado un tierno regalo de cumpleaños sin saberlo.


  • #DomingoDeAnécdotas (6)

    Me escribiste un mail como hace 12 años porque hice un programa que convertía fechas a un calendario mesoamericano y tú eras un experto de eso y creo que fue solo una excusa porque no sé cómo pero no tardamos en ver que éramos gays los dos y más o menos de la edad y ya solo hablábamos de putería aunque estábamos lejísimos y no nos conoceríamos hasta mucho tiempo después cuando me dijiste que te llevara a la casita a conocer en tu viaje al df y fuimos y ni hicimos nada hasta hoy que por fin me agarraste soltero, y nos vimos por mi casa y fuimos a cenar y te tuve la confianza de decirte que la verdad tenía la cabeza hecha un lío porque estaba teniendo muchas citas sería la tercera vez de la semana que no llego a mi casa y apenas es jueves y yo estaba buscando afecto porque lo que yo buscaba era pareja y yo en el fondo sabía que nada más querían que me los cogiera porque quién sabe que me ven y yo iba como igual con la esperanza de que no fuera solo eso y me preguntaste si tenía los ojos rojos por eso y yo dije que no pero sí, y te enojaste de que habláramos de eso y tenías razón porque siempre has sido dulce conmigo y las metáforas que seguro tomaste de la poesía indígena que me dices me ruboriza millones y tus te quieros viéndome a los ojos con toda la seguridad del mundo me estremecen y me da pena no poder corresponderlo porque digo no puedo ni siquiera encariñarme contigo vives muy lejos y nunca seré tan bueno como tus épicos amantes pero ese día te llevé al hotel más feo a la habitación más rascuacha e hice lo que pude por fin luego de tantos años y al final nos quedamos dormidos aunque no era el plan y luego en el uber te fuiste y me dijiste te amo y yo te dije que y yo a ti porque te admiro mucho porque eres una eminencia en tu área y cómo no amarte con tu belleza y tu personalidad pero para variar eso me puso triste porque ni aunque fuéramos vecinos me acercaría porque no estoy a tu nivel y solo haría lo que hoy y lo hago siempre ir a ver a alguien para coger a ver si me puedo sentir querido aunque sea un rato.


  • #DomingoDeAnécdotas (5)

    En unos días te ibas a Japón y estábamos peleando porque según tú yo no te quería, y a mí se me hacía irreal tener que demostrártelo después de tantos años de noviazgo. Según yo la única manera de medirlo era ver cuánto sufrías cuando la relación terminaba, y los dos sabíamos lo mucho que nos dolió todas las veces que terminamos y por eso acabábamos volviendo. Aunque las cosas cambian, y quizá ya no estábamos tan seguros de cómo nos sentíamos en el fondo.

    Antes no podíamos decir que no nos queríamos mucho. Como cuando una vez te quedaste conmigo aunque no tenía colchón y nos dormimos luego de una cogidota en la base pelona de la cama, o cuando me mudé contigo y solo nos alcanzaba para cenar frijoles de lata con tortillas y a pesar de eso yo era inmensamente feliz. Lloramos juntos cuando nuestro perrito se perdió y también cuando el chavo del que nos enamoramos los dos se fue enojado y creímos que ya no volvería a hacer tríos con nosotros. El video en el que te decía que te amaba mientras te estaba ensartando tenía literalmente miles de vistas. Te quería tanto que siempre volvía a ti a pesar de todo. Incluso te di una clase especial de japonés para putear para que aprovecharas al máximo tu viaje.

    Recordé qué podría convencerte de que en el fondo sí te quería. Esa vez que estaba sedadísimo por la anestesia general y tú estabas a mi lado esperando a que volviera en mí, lo único que hice fue (yo no lo recuerdo, eso me lo contaste tú) empezar a jugar con tu barba mientras te decía cosas tiernas como que te quería muchísimo y que verte siempre me alegraba y que estar contigo me hacía muy feliz y que cuando no estabas te extrañaba muchísimo y era la verdad. Si cuando no podía pensar en nada y estaba en automático -como un animalito- no estaba diciendo lo que realmente sentía en el fondo de mi corazón, ¿entonces cuándo?

    De todos modos no me creíste, y fue triste porque terminamos de manera definitiva más tarde ese mismo año (el último día que Peña Nieto tuvo el poder: cuando los analistas políticos decían que AMLO cumplía tantos meses de mandato yo decía eso es lo que llevo soltero). Pero para mí que rompiéramos también era señal de que te quería muchísimo. Yo podría aguantar lo mucho que me dolía lo que hacías, pero tú no merecías estar con alguien que no te hace feliz ni te puede demostrar que te quiere.


  • #DomingoDeAnécdotas (4)

    Cuando salimos del cine y caminábamos por Reforma yo todavía con el corazón alborotado de haberte robado un beso a media película porque a obscuras con la luz de la pantalla reflejada en tu rostro te hacía verte irreal, como un ángel, te pregunté tu edad y me dijiste que adivinara, y yo siempre le exagero mucho a la cifra para abajo para que se sientan halagados y dije que 20 y me dijiste que sí y yo me quedé blanco porque pensaba que eras al menos de la edad del chavo por el que te conocí, e hice la resta inmediata y dije podrías ser mi hijo y de cariño te empecé a decir así.

    Cuando salíamos me tomabas de la mano hasta cuando cazábamos pokemones en la Alameda y yo trataba de disimular mi entusiasmo por los dos momentos que más disfrutaba de estar contigo, la charla de sobremesa en las que me sentía un entrevistador de un tuitstar y las charlas de almohada que teníamos antes de dormir porque cada vez que te vi pasaste la noche conmigo, y creo que por eso me encariñé. Cómo no enamorarse de tu figura desnuda fumando a media luz al lado de la ventana mientras me hablabas de todo lo que está mal en el mundo con tu ingenio infinito.

    Odiaste mucho Call me by your name pero cuando me dejaste de contestar los mensajes más cursimente ridículos que he escrito jamás pensaba que nos había pasado algo parecido porque en esa historia también dos personas de edad algo distinta se habían enamorado en 6 semanas para luego no volverse a ver. Cuando tu amiga vio todas las fotos que te había tomado -contigo en el scooter, cuando te tatuaste, conmigo abrazándote con las luces del monumento a la revolución de fondo- me preguntó que por qué había tomado tantas, y dije que porque sabía que no iba a durar mucho. Y me desinvitó de la reunión a la que también asistirías.


  • #DomingoDeAnécdotas (3)

    Les llamé por teléfono saliendo del psicólogo, que me había sugerido centrarme más en hacer amigos. Nos habíamos conocido en la primera cita que tuve con un chavo con el que no se dieron las cosas, como en una cita doble, cuando fuimos a ver animales y ustedes nos explicaban porque saben mucho de ellos. Me cayeron muy bien y creo que hasta me encariñé con ustedes cuando fuimos a su casa porque uno de ustedes estaba convaleciente y me recordaron la complicidad de mis dos últimas parejas. Dijeron que tenían el fin de semana ocupado por el día de las madres pero podría acompañarlos una noche la siguiente semana.

    Yo estaba desesperado por tener novio. Llevaba 10 años sin saber qué era estar soltero, y me emocionaba amanecer con alguien como en la canción de Daniela Romo, aunque fuera solo con amigos. Ese día luego de los tacos, la película y los juegos subí a su cuarto luego de pasar al baño y me sorprendió verlos sin ropa. Pensé que así era como dormían, y me acomodé a la orilla de la cama. Ya a obscuras, Sentí el dorso de tu mano en mi pierna como un cariño tímido, inocente, y yo hambreado como siempre de abrazos te rodeé hasta con las piernas, acomodando mi cabeza en tu nuca. Ustedes se quedaron quietos, boca arriba y tomados de la mano mientras yo les hacía otras cosas. Supongo que cuando eres gay esto es algo que también hacen los amigos.

    En mi cabeza cuando escuchaba canciones románticas en inglés los recordaba e interpretaba los “you” como ‘ustedes’ en vez de tú, como cuando con un ex fuimos trireja (eso no lo hace un amigo) y pensaba en si algún día sí podríamos darnos un beso de tres (tal vez eso sí lo piensan los amigos cuando eres gay). Salíamos y pensaba que para qué quería un novio si los tenía a ustedes. Creo que mi error en los noviazgos anteriores era dejar que mi pareja ocupara el papel de un grupo de amistades. Tal vez por eso malinterpreté todo y los quise de manera equivocada.

    Esa última noche en su casa pensaba que sería mejor darle vuelta a la página y en silencio les agradecí por todo. Ustedes fueron el último abrazo que di antes de enclaustrarme por la pandemia. Afortunadamente los amigos son rotables y seguramente ni me echarían de menos. Creo que eso pasó, porque hasta mi crush que siempre me ignora me felicitó por mi cumple en mi cumple y ustedes no. Todavía me pregunto si quiero mal porque me encariño demasiado, o porque no sé ser solo uno más del ganado o las redes de gays son así. Todavía no sé si unos amigos pueden dejarte el corazón roto.


  • #DomingoDeAnécdotas (2)


    Cuando me cancelaste dos días seguidos lloré. Me sentí idiota por -estúpidamente entusiasmado- lavar y planchar cortinas y bajar esa película y comprar lo que cocinaríamos. Me dolió todavía más que cuando él te propuso que nos viéramos los tres no cancelaras. Porque al parecer por mí solito no valía la pena tomarse la molestia de salir. Porque me ilusionaba que fueras la primer persona que me visitara y abrazara (y tal vez pasara la noche) en estos 9 meses en los que mi hipocondria me ha hecho vivir solo.

    Tu cumpleaños había sido hace poco y te esperé en la estación con un minipastel, porque soy un ridículo cursi y me dijiste que en tu casa no te hicieron. Planeaba darte un abrazo largo cuando llegaras, pero tú lo hiciste breve recordándome una vez más que mis sentimientos hacia ti no son correspondidos. Como él iba a llegar tarde aprovechamos para ir al centro a buscar un cajero. Extrañaba salir y, como acomplejado, tener media cara cubierta con un cubrebocas que me hacía sentir Sub-zero me permitió disfrutar mucho charlar de tonterías mientras me guiabas por las calles. Te conozco tan íntimamente y desde hace tanto tiempo pero a la vez tan poco…

    El guapísimo conductor nos preguntó si queríamos que nos metiera al motel, y ustedes creyeron que fue una forma de invitarse, pero yo no lo noté porque estoy todo imbécil o estaba muy nervioso o nunca me doy cuenta de nada. Nos llovió un poco. Charlamos. Los vi besarse por la puerta transparente del baño mientras me quitaba los guantes para lavarme las manos. Él me robó un beso a mí y yo pedí perdón diciendo que llevaba 10 meses sin hacerlo, desde que mi último novio me terminó. Soy un experto en incomodar a la gente. Tal vez solo me centré en que no se me viera toda la emoción de sentir los labios de alguien cuyos gemidos oí tantas veces en sus videos de internet, y de quien nunca imaginé intercambiar nuestra respiración, menos de a tres, menos en esta situación tan extraña.

    Estuvimos 4 horas ahí. Él no se animó al dos romano al ver tu tamaño. Y fue raro. Disimulo peor de lo que creo. Era difícil no azorarse de esa llama etérea que producía la fatua comunión entre tu mirada y su cuerpo, entre sus gemidos y tu furia, entre mi música y su lengua, entre tu voz y mi dolor. Debí sentirme afortunado de hacer un paréntesis de esta locura con mi crush acompañado de alguien tan bello y bondadoso como imagino a los dioses benevolentes de la mitología. Pero mi corazón está descompuesto y solo pude sentirme miserable.

    Al volver a la estación y despedirnos bajo la doble obscuridad de una escalera que hacía sombra de la noche, me despedí de mano de él, quien me jaló como enfatizando lo absurdo que era no despedirnos de abrazo. A ti solo te dije nos vemos. Quizá pensaste que estaba enojado, pero no. Solo creí que esta vez de verdad no podría soltarte.



  • De vuelta

    Oigo el viento soplar más fuerte que otras noches
    Ha de ser el frío que se viene anunciando
    Suspiro, porque otra vez no estás a mi lado
    Y añoro estar entre tus brazos como entonces

    Si las distancias no existieran
    Si pudieras estar aquí conmigo ahora mismo
    Pondría mi cabeza en tu regazo
    Te pediría perdón por todo lo que he dicho
    Por todo lo que te he dañado

    No me alejes de tu pecho ni un segundo
    Hoy todas mis palabras son solo para ti
    Todos los te quiero y te extraño del mundo
    Este día no existe nadie más para mí

    Pero ven,
    Por favor solo ven
    Que el tiempo ha amargado mi espera
    Cuando vengas y duerma
    Ya no sabré
    Si es sueño o verdad que estás de vuelta

    Que por fin
    al fin
    estás de vuelta


  • #DomingoDeAnécdotas (1)

    te pregunté que si estabas bien porque llevabas varios días sin tuitear nada y me dijiste que sí, que era porque estabas súper ocupado y no lo creí, seguramente viste algo que te hizo sentir mal sobre alguno de tus crushes y dejaste todo, como cuando yo te he silenciado a ti porque he sentido celos de leerte triste por otros, aunque la psicóloga me dijo que era más importante saber por qué estoy tan clavado contigo, y le digo que tengo una fijación por los “chicos murakami” (por el arquetipo de ese autor de mujeres únicas y misteriosas con un intenso conflicto interior que las hace enigmáticas y fascinantes) y tal vez porque te pareces al buga que me gustaba en la secundaria, y ella me dice lo que ya sé, que te tengo idealizado y clavarse así es señal de baja autoestima, y le digo que lo tengo presente y por eso también tanto miedo de hablarte e incluso de verte, porque llegué a la conclusión de que mandarnos fotos en calzones o menos es suficiente para mí, porque tal vez conociéndote más me desencante o conociéndome tú más a mí descubras que soy una basura y me quede sin ni siquiera eso, y ahora en pandemia tenía la excusa de no poder verte por el aislamiento, y no pensé que me propondrías vernos aunque sí fantaseaba cuando me visitaras acá donde ya vivo solo, y pensaba un colchón matrimonial para cuando vengas y otro cojín para cuando vengas y si me alcanza hasta gas para que no te bañes a jicarazos cuando vengas y cojamos, aunque pienso más en si voy a llorar más cuando te abrace luego de no hacerlo con nadie en 7 meses o cuando me digas que siempre no vas a venir y yo quiera cerrar mis redes sociales también pero no lo haga porque luego dónde me desahogo


  • Canción al dolor de olvidarte

    Las palabras que no dije
    las que apenas insinué
    sé que no las entendiste
    como yo me imaginé

    Los lazos que cortamos por no poder estar juntos
    La distancia en tierra que tuve que poner entre nosostros
    El dolor de tu rechazo y tu desinterés
    Qué difícil es olvidarte si necesito recordarte para ser feliz

    Estas noches son tan duras
    solitariamente tristes
    mi mente llena de dudas
    desde el día que te fuiste

    Al menos tuve la suerte de estar juntos unos ratos
    de saber que nos conocimos por momentos.
    Ojalá esos recuerdos me consuelen mucho tiempo
    protegidos por la inmovilidad del pasado.


  • La liga de los feos (2)

    Lo bueno fue que no tardé en descubrir que nunca me faltaría con quien coger. Entre gays para tener sexo solo hace falta estar ganoso y dispuesto. Obviamente ser atractivo ayuda, pero eso pasa a tercer plano. Por suerte, me di cuenta pronto de que ser joven ayuda mucho. La gente te cree ingenuo e inexperto: aprovechable, y eso facilita mucho las cosas.

    Lo difícil es conseguir alguien que te quiera para algo más que cochar.

    Ahora que existen aplicaciones específicamente para conocer hombres y las redes sociales nos ponen en contacto con personas con gustos afines uno pensaría que es más sencillo encontrar al indicado. Pero la verdad es que el indicado no existe, y tanta inmediatez y cercanía (más que simplificar las cosas) solamente ha logrado que nos volvamos consumidores de personas desechables, en una feroz competencia de encontrar al mejor candidato de una lista interminable de opciones. Y si eso no es capitalismo salvaje del amor, entonces no sé qué lo sea.

    * * *

    Le dije que nos viéramos porque mi novio iba a meter a su casa a otro güey. No lo hice como berrinche ni como despecho, yo y mi novio somos una pareja que intenta ser libre juntos, sin ataduras tradicionales monogámicas heteronormativas impuestas. Le rogué mucho que fuéramos novios. Es mi primer amor y estoy seguro de que es el amor de mi vida, aunque a muchos les dé risa que todavía tengo 19 y lo conocí en mi fiesta de cumpleaños 18. Pero creo que la intensidad es mucho más importante que el tiempo. Con él realmente aprendí lo que es amar (como dice Shakira), yéndome a dormir en su pecho luego de besarnos con todo el mundo en el cogedero, compartíendonos nuestros sexfriends sin dejarnos de dar nuestro lugar. Sé que él es el hombre de mi vida porque le he cantado las canciones más lindas que me sé, porque he llorado con él en muchísimas películas tristes y porque en sus brazos realmente me siento protegido del cínico y caótico mundo.

    Pero lo de hoy de verdad me dolió. No sé si sean celos. Yo estoy mucho más joven y bonito y tengo muchisimo más pegue, y seguro cojo con muchos más que él. Por eso siento que el celoso debería ser Héctor y no yo. No sé cómo aguanta que pueda dormir prácticamente cada día de la semana en un lugar diferente desde que mi papá me corriera de la casa porque mi estilo de vida no le gusta a Jehová, ni que trabaje de anfitrión en un bar-cogedero. Tal vez por eso se va a ver con el otro chavo. Tal vez sí lo haga por celos. Y por eso no tengo donde dormir hoy.

    Al que acepté ver hoy solo le seguía hablando porque me hacía recargas de saldo por mandarle fotos encuerado. Se llama Andrés, y está enculado conmigo, aunque lo disimula. Me dice “hijo” y siempre me escribe preguntándome si ya comí, si estoy bien, y me da consejos no solicitados sobre cómo manejar mi vida.

    —¿Te gusta el mar?— Me preguntó viendo un tatuaje de ancla que me hice en una nalga una vez por puro ocio, ya instalados en la habitación de hotel donde pasaríamos la noche.

    — Sí, aunque la verdad nunca he ido.— Contensté, sintiéndome el más ñero de la colonia Guerrero.

    — En julio cobro lo de la traducción de un libro choncho de pedagogía. Si quieres nos vamos un fin de vacaciones a Puerto Escondido o Tecolutla o Acapulco.

    — Estaría.— Dije después de echar el humo del cigarro por la ventana, donde estaba parado mientras oíamos a oscuras mi Spotify. — Creo que tengo conocidos en Puerto Escondido, hay mucha vida gay allá.

    Él se quedó en silencio, tal vez porque ya estaba planeando algo romántico y no algo para putear juntos.

    Qué lástima me da este güey.

    Continuará


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